El Muro.
Al día siguiente despertó en un lugar que jamás había visto. Estaba recostado sobre una pared de ladrillos deteriorada que se alargaba de izquierda a derecha hasta el infinito. Trato de recordar cómo había llegado hasta ahí pero no consiguió explicación alguna.
Escucho unos sonidos lejanos que provenía detrás del muro. Antes de asomarme intrusivamente puso su oído en el muro para poder distinguir el ruido que venía del muro. Parecía ser unas pisadas sobre un suelo lleno de cristales y vidrios rotos que se acercaban al otro lado de la pared.
Ahora decididamente se asomo para ver quien venía. En ese momento no pudo ver a nadie. Solo vio el infinito terreno que estaba rodeado por la muralla de ladrillos. Parecía ser algún tipo de basurero o depósitos de escombros.
¿Y qué paso con las pisadas sobre vidrios rotos que había escuchado?
Pues no se dio cuenta que debajo de él y al otro lado del muro se encontraba un hombre recostado sobre la pared. Y de la nada le vino una pala directa a su cara y cayó sobre la acera del otro lado del muro. El hombre con su pala en la mano paso el muro con una escalera para recoger el cuerpo sobre la acera. El hombre con su pala en la mano y sobre su hombro el cuerpo del joven lo soltó dentro de una especie de garaje.
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