sábado, 11 de octubre de 2008

Historietas

La Estación.

Al tomar la última y cuarta copa de ese fluido verdoso, todo comenzó a pasar en cámara lenta, sus manos las empezó a sentir pesadas, sintió que su lengua no le cavia en su boca y la dejo colgar, su torso era dos veces más pesado de lo normal… Ahora todo era más confuso. Trato de ponerse en pie y sus piernas dudaron, haciendo que volviera a caer en donde estaba sentado. El bar tender le ofreció su ayuda hablando con otro amigo de él que era un taxista. Le dijo que lo iba a llevar a su destino.


El bar tender y el taxista ayudaron al joven a que entrara al malibu classic gris. El taxista entro al carro, lo encendió y arranco, sin pedir dirección alguna. Como si ambos supieran a donde se dirigían. Por lo menos el conductor si sabia el destino, el sujeto no. El personaje pensó en su subconsciente que llego a decir su destino y si lo hubiese hecho lo único haría sería balbucear.


Llegaron a una esquina donde a quince pasos habían unas escaleras que conducían a un subterráneo iluminado pero oscuro a la vez. El sujeto con dificultad salió del carro y tambaleándose procedió hacia las escaleras mal iluminadas. Llego al final de un pasillo donde encontró una cabina de vidrios esmerilados y opacados. Solo se distinguió una figura espectral y difusa que se acerco diciéndole que esperara un momento. De un agujero salió una mano que le ofrecía un ticket y otra mano que le señalo su pasillo. Como un cadáver ambulante siguió por el pasillo apoyándose de las paredes. Al llegar al final consiguió lo que pensó que era su regreso a casa.

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